La UBICUIDAD, término que gramaticalmente nos remite a seres que “están o pueden estar en todas partes”, es característica de los extorsionadores telefónicos, a quienes también se les atribuye, popularmente, peculiaridades como las de algunas serpientes: sigilo y astucia, entre otras.
Y en terreno fértil –piénsese en la buena fe, la ingenuidad o el temor natural a la delincuencia de muchos ciudadanos–, el extorsionador opera con métodos a veces novedosos y en otras repetitivo.
No hay reglas, pues, y más allá de las acciones jurídicas o policiacas que se requieran, sólo el conocimiento de los métodos y la denuncia ciudadana contribuyen de una manera real y contundente al abatimiento del fenómeno.
Así, por ejemplo, en una misma semana, este BLOG se ha enterado del caso de un presunto extorsionador arrestado a pleno sol y en céntrica esquina de la ciudad de México, Paseo de la Reforma y avenida Juárez; al tiempo que el de otro sujeto, potencial jefe de una muy activa banda, es “ubicado” en el interior de la celda que habita desde hace varios años en el penal de Santa Martha Acatitla.
Dos casos distintos y a la vez similares, donde destaca un patrón común: ambos casos tuvieron a la DENUNCIA como motor primordial de las investigaciones.
“QUE ME IBA A MATAR”
Isabel N., mujer madura, sabía bien que la mayoría de las llamadas telefónicas de extorsión resultan “falsas”; es decir, no estar generadas por individuos que realmente estén dispuestos a ejecutar sus amenazas; sin embargo, algo –quizá una mala experiencia que le había tocado vivir de cerca– la hizo creer que el hombre que hoy la amenazaba “hablaba en serio”.
Así pues, dejó correr con el extorsionador una –ciertamente poco recomendable– negociación, mediante la cual ella evitaría ser víctima de un “asesinato familiar” a cambio de entregar una cantidad que, durante distintas llamadas, tomó visos de subasta: comenzó en una cifra insólita para la economía de la víctima, superior al millón de pesos, para terminar en… diez mil pesos.
Y fue precisamente la disponibilidad del extorsionador para ajustar su demanda a esa cantidad lo que la hizo, en un momento de lucidez, recapacitar y dar parte a las autoridades.
Experimentados en casos semejantes, un grupo de elementos de la Policía Investigadora del Distrito Federal aconsejó a la mujer “seguir el juego” del individuo y “montarle un cuatro”, citarlo en un punto tan céntrico que resultó ser la esquina de Reforma y avenida Juárez.
Así fue como el 25 de octubre pasado fue posible que el otrora “peligroso” Joel Jiménez, de 25 años, fuera capturado y llevando consigo elementos probatorios: una bolsa con el efectivo de la víctima y un pistola con siete balas que resultarían… de salva.
Junto con el detenido, la Fiscalía de la PGJDF turnó el caso ante el Juez 48 penal del Reclusorio Oriente, a quien le tocará fijar la sentencia correspondiente.
CÁRCEL “DE ORO”
Algunas celdas de la prisión para sentenciados de Santa Martha pueden resultar “de oro”, si la autoridad intramuros permite que un reo no sólo pueda utilizar un teléfono celular provisto de decenas de “chips” intercambiables, sino contactarse con nueve cómplices en libertad y liderar a una prolífica banda dedicada a la extorsión.
Es el caso de Juan Carlos Flores Valencia, con 30 años de edad y cumpliendo sentencia de otros 26 por homicidio, quien de acuerdo a las investigaciones de la Procuraduría de Justicia del D. F. resultaría ser el líder de la banda de extorsionadores telefónicos cuya captura reportamos en este mismo BLOG, el pasado 9 de octubre.
La imputación contra Flores Valencia la formularon, hasta ahora, cuatro de sus cómplices: Adriana Vivas Ramírez, La Barbi; César Torres González, El Trol; Ricardo Adrián Ramírez y Moisés Sánchez García.
Amenazando a sus víctimas con el argumento de que la banda formaba parte del cártel delictivo: La Familia Michoacana –situación que los tribunales deberán confirmar o descartar–, Flores Valencia encabezaba el negocio sólo con la ayuda de su celular y un directorio telefónico, mientras que a sus cómplices les tocaba sólo recibir órdenes de recoger dinero, vehículos, joyas; en su caso, de ejecutar las agresiones contra víctimas.
El caso de esta banda ha revivido los temas relacionados con el bloqueo de celulares en nuestras prisiones; asunto de alta complejidad y a que nos referiremos en nuevas entregas de este BLOG.
*****
CONTRA LA EXTORSIÓN… APRENDER Y DENUNCIAR
No es un problema simple el de la extorsión y el fraude telefónico –tanto en sus grados de tentativa como los de ejecución–, y sólo en lo que toca a los casos que se han reportado al Consejo Ciudadano, estos alcanzan la cifra de 213 mil 917 dentro de un periodo de dos años; dato que nos lleva a pensar en un promedio mensual de 8 mil 913 y uno diario de 297.
Cabe señalar que del total de reportes mencionado, un total de 97 mil 400 casos pudieron evitarse gracias a que las potenciales víctimas llamaron oportunamente al Centro de Contacto 5533 5533, obteniendo la asesoría necesaria. 193 mil 184 reportes fueron de la ciudad de México; mientras que 20 mil 733 de otras entidades del país, con prevalencia del estado de México (16 mil 878).
*****
UBICUIDAD, SIGILO, ASTUCIA…
Por practicarse repetidamente, los métodos que utilizan los extorsionadores llegan a ser conocidos, tanto por autoridades como por ciudadanos informados; sin embargo, no por ello dejan de encontrar terreno fértil entre la ingenuidad.
Una práctica delictiva común son los mensajes intimidatorios o falsas promesas de premios a través del teléfono celular, a cambio de depósitos en efectivo (35 mil 286 casos).
La llamada telefónica que señala un supuesto secuestro de un familiar, y en el que piden un rescate a cambio, es el segundo engaño más (20 mil 664 casos).
La tercera técnica más recurrente es engañar a la víctima pidiéndole dinero para un supuesto pariente que viene del extranjero (18 mil 290 casos).
Otro mecanismo muy común (12 mil 139 reportes) es hacer creer a las víctimas que ganaron un premio del concurso Boletazo y se le pide realizar un pago para dar inicio al trámite.
Las amenazas de secuestro o muerte son otras de las extorsiones más comunes, con 5 mil 179 casos, seguidas de los engaños de gente que se hace pasar por supuestos integrantes del crimen organizado (2 mil 547 casos).
También son frecuentes los cobros de una supuesta deuda (mil 873 casos), así como las amenazas de golpear a la víctima si no paga cierta cantidad (mil 867 extorsiones).
Los temas sociales de actualidad, como presuntas campañas de prevención contra el virus de la influenza o “apoyo” para tragedias como la ocurrida recientemente en una guardería sonorense, han resultado ser también pretextos para el fraude telefónico.